Cuando comenzamos a estudiar aromaterapia como cualquier otra técnica o terapia, sucede en general que intentamos cambiar la vida del hogar.
Es un momento para ser cuidadoso, muchas veces los integrantes de la familia sienten como una intromisión en el ritmo natural del hogar, los hornillos que pueblan las habitaciones o los pulverizadores con mezclas que nos parecen geniales y lo justo para solucionar los problemas o mejorar el ambiente emocional del hogar. Esto puede llevarnos al error de no respetar el tiempo de los demás y producir desconfianza, quejas o acrecentar las peleas por el poder.
Algunas veces los niños dicen que son desagradables los aromas y esto ocasiona discusiones donde la utilidad de los aceites se pone en tela de juicio.
Hay aromas más agradables que otros para los niños y deberíamos comenzar por ellos hasta que sus narices se acostumbren a esos aromas ambientales, por ejemplo Mandarina, Palmarrosa y Naranja, para luego seguir con Bergamota o Manzanilla Romana.
También es importante no exagerar y comenzar con poca cantidad, un sólo hornillo, tal vez en nuestra habitación. Unas gotitas de lavanda en su almohada cuando están con alguna enfermedad y no pueden dormir bien.
Con respecto a los adultos si es el esposo o la pareja masculina es bueno comenzar por Lemongrass, Lavanda o Limón y respetar los gustos buscando los mismos efectos en aceites que sean del agrado del otro integrante de la pareja.
También como acompañante en el tratamiento enfermedades puede ser una buena puerta de entrada porque los efectos se hacen más notorios.
Yo creo que es más importante utilizar poca cantidad y en ocasiones, como para comenzar. Muchas veces en la familia se vive como un intruso el aceite esencial, como alguien que nosotros invitamos sin permiso del resto. El respeto al ritmo del otro es fundamental pero también no acomplejarse demasiado porque pasaríamos a la posición de alguien que no puede modificar nada en la casa que también es nuestra.