De docenas y otras medidas- Por Irma Echeverría

Irma es una gran amiga que escribe desde Entre Ríos su visión de una maestra farmacéutica de las de antes pero no vieja ... muy creativa, inteligente y comprometida

Pedí al telefonista de la droguería una gruesa de profilácticos.
Cuando recibí la caja, venía una notita que decía “no tenemos preservativos gruesos”.
Es que todo se compra de a poco y la gruesa ha dejado de ser una medida a tener en cuenta.
Me pregunto si mis jóvenes colegas sabrán que una gruesa está formada por doce docenas, es decir ciento cuarenta y cuatro unidades.
Quizá no, y por eso les voy a contar algo.
Mesopotamia quiere decir entre ríos. Hay dos en el mundo. Una en el Cercano Oriente, formada por los ríos Éufrates y Tigris, y otra, la nuestra.
Si tomamos literalmente la historia religiosa, parece que nuestro abuelo Adán se hizo del barro de esos ríos, y si leemos a los arqueólogos, parece que los primitivos mesopotámicos estaban emparentados por lengua y raza con los turanios (turcos y mongoles).
Se cree que este pueblo se estableció allí al finalizar la última glaciación hace unos 10.000 años. Ellos llamaban a su país Sumer y nosotros llamamos a este pueblo los sumerios.
Para ellos el objetivo de la existencia era obtener las mayores satisfacciones sensibles, porque creían que la muerte era el regreso de cada ser al caos, por eso, no tuvieron mayores preocupaciones filosóficas. Sus pensamientos estaban orientados a resultados prácticos y beneficios utilitarios.
A ellos les debemos el primer código comercial.
Descubrieron los métodos de riego y cultivaron por primera vez el trigo y la cebada, que crecían en forma silvestre. Muchos de nuestros frutales también son originarios de esa zona. De una misma especie sacaron durazneros, damascos y almendros y de una misma planta consiguieron tres variedades: repollos, coliflores y brócolis.
Pero su gran invento fue la escritura cuneiforme, que se hacía sobre tabletas de arcilla y se escribía con punzones de caña que dejaban marcas en forma de cuña.
En la ciudad de Sírpula, en el delta, 2.500 años antes de Cristo, vivió un patriarca llamado Gudea que estableció los pesos y las medidas que hasta ahora usamos. La vara de tres pies y la libra son creación suya. También el sistema duodecimal con base 12, porque es un número divisible por dos, por tres y por cuatro. Como consecuencia, el círculo tiene cuatro cuadrantes y se divide en 360 grados.
Gudea también dividió el año en doce meses.
Esto demuestra la gran superioridad de la cultura sumeria sobre la de sus vecinos y aún sobre la de los egipcios.
Según sus sacerdotes, la creación comenzó con los dos elementos en los que se dividió el caos.
“Cuando el Dios Apsú hubo creado el Cielo, y que el Cielo creó la Tierra, y que de la tierra salieron los ríos y los ríos formaron los pantanos y en los pantanos aparecieron gusanos, entonces la vida comenzó en el mundo”
O sea que los sumerios ya consideraban que la vida empieza en un gusano y termina en el hombre.
¡Tanto lío que le hicieron al pobre Darwin con su evolución!
Solo que algunos seres humanos no evolucionaron y se quedaron en gusanos.